5 ene 2009

Diatriba al amor salvaje.












“El hombre que ame sigue distilando su indiferencia, soltando vapores que provocan mareos nauseabundos. 

El hombre que ame me legó aquel sentimiento similar al que pueden sentir aquellos habitantes de pueblos lejanos y olvidados por la civilización moderna. 

Seguramente me recordára como algún paisaje exotico de revista e interesante en la medida que se contempla pensando en la alegría de no tener que vivir en tan precarías condiciones. 


El hombre que ame fue mi adversario pisando tierra nueva. La bota del colonisador, fuente de energía influenciadora, incapaz de sociabilizar. Domestica bajo el conflicto.  La atracción por tanto brillo y tanto esmero en el adorno me perdió. 

Siempre tosco y rigido como un piquete conquistador predicando la sentencia, lista a la condena, Indígena indigente, la Pocahonta empalada por su rebeldía y arrogancia. 

Sacrificio necesario para recordar quién tenía definitivamente el poder. 

Condenada a una relación de fuerza, el enfrentamiento creciendo exponencialmente, su bailarina de los 7 velos terminó el calculo exacto, sustracción y anulación. 

Me quedó su perfume lleno de buenas intenciones, detràs de la armadura y  la hoja de su espada. Acabó con mi resistencia. Repudié aquel olor entre mis últimos escupos de hemoglobina. De rodillas, la garganta con su mejor sonrisa labios pintados.


Supuestos a una gran pasión, nuestros orgullos y nuestra vehemencia aniquilaron toda posibilidad, la más minima esperanza. Plantó su bandera sobre el cadaver arenoso de una tierra jamas prometida y piso fuerte dejando detrás de él sus huellas y los rastros de la batalla. 

Las lluvias ácidas terminaron el trabajo del guerrero, la aridez del suelo impide que hoy  en día vuelva a crecer y desarollarse cualquier tipo de ecosistema.”




En cuestión de amor termine por darme cuenta que se puede mezclar cuentos de dinero y todas las variables que puedan favorecer una unión pero jamás y aqui el consejo al neófito que tome consideración de este consejo amargamente retenido.

¡Jamás debe intervenir la desesperación!

El coraje, la energía y todo sudor invertido en proclamar la necesidad del otro. Hará perder el interes del afectado y del interpelado.

El objetivo de su conducta debe de ser claramente definido e identificable en primera instancia. Su labor es simple, definir sus espectativas sin agobiar y dejar que las cosas sigan su transcurso natural. Sin frustrarse por el fracaso de su intento. Por lo menos, tendrán los laureles de haberlo tentado y si el pez no pica al anzuelo. Pues es que no había interes y como el pescador se vino, pescó sus cosas y se fué.


Lady E


Fotografías de Edward S. Curtis